¿QUÉ ES EL PROCESO TERAPÉUTICO?

“El proceso terapéutico es un camino
y como todo camino conlleva una transformación”.

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El proceso terapéutico comienza cuando una persona se presenta delante del terapeuta en busca de ayuda por un problema que le ocasiona un trastorno o malestar.


Para iniciar este camino existe una necesidad de cambiar algo que sucede en nuestras vidas y que nos genera malestar o sufrimiento. Puede ser un estado de ansiedad, tristeza, una separación o una insatisfacción general. Para acompañarnos en este proceso buscamos un terapeuta que nos ayude a dar luz en el camino y ampliar nuestra conciencia de lo que nos sucede, buscamos un guía.


Siguiendo con la metáfora del camino, podemos encontrarnos diferentes procesos y vamos a diferenciar tres fundamentales: Un proceso breve, un proceso medio y un proceso de profundización.


Para un proceso breve, más relacionado con la toma de decisiones acerca de cuestiones que nos dificultan el día a día, sería como hacer un pequeño viaje de fin de semana para conocer otra ciudad. En procesos terapéuticos estaría más relacionado con tomas de decisiones, como si dejar un trabajo o una relación, miedo o ansiedad focalizada, como miedo a volar en avión o ansiedad ante un examen de oposición, comprender algunas cuestiones familiares que se repiten y nos generan malestar o adquirir ciertas herramientas para poner límites en nuestra vida.
Además de la terapia individual para acompañar estos procesos, existen algunas técnicas que nos ayudan a dar luz a cuestiones concretas como podría ser el shec-sincronizacion de hemisferios cerebrales, las constelaciones familiares o un curso de fin de semana, como podría ser un taller de límites.


Para un proceso medio, siguiendo la metáfora del camino, sería como hacer el “camino de Santiago”, la necesidad inicial no es tan específica y se podría relacionar con un estado de ansiedad general, depresión o un proceso de duelo ante una pérdida o separación.


Estos caminos pueden ser acompañados en terapia individual, así como cursos de autoconocimiento de mayor duración, como En’contraste.


Y por último estaría la vuelta al mundo, que es cuando uno decide no parar cuando llega a Santiago, sería el proceso de profundización. Suelen ser aquellos procesos de personas que quieren explorar y conocerse más en profundidad, relacionado con el ámbito interpersonal y el ámbito transpersonal. Para estos procesos además de la terapia individual, pueden ayudarnos trabajos de formación y profundización de mayor envergadura, así como la práctica y retiros de meditación o mindfulness.


Independientemente de si una terapia dura días o años, todas tienen un principio y un final y entre medias sucede algo. Para apuntar un itinerario estándar de un proceso terapéutico vamos a contemplar las siguientes fases:
Acogida/Encuadre. Siempre hay un primer encuentro, un momento en el que nos presentamos, nos vemos y oímos por primera vez. Es entonces cuando empezamos a descubrir junto a quién vamos a caminar. Esta fase puede limitarse a la primera sesión o extenderse un poco más. Comienza desde el primer instante en que contestamos un email o una llamada: ahí ya comienza el proceso.


En esta acogida es fundamental hacer un encuadre terapéutico que se puede ir revisando a lo largo del proceso. En este encuadre conocemos la orientación de la terapia, el paciente clarifica su necesidad, y se establece el contrato terapéutico al que nos acogeremos para sentar las bases de una buena relación entre ambos.


Trabajo. Una vez establecido el encuadre y la acogida es el momento de abordar en profundidad y de manera progresiva los aspectos que el paciente desea trabajar de sí mismo. Como en cualquiera de las otras etapas del camino, no hay una duración concreta. En esta fase es cuando empezamos a recorrer ese camino, donde nos encontramos con caminos angostos, caminos que no conocíamos e incluso atajos. A veces podemos pasar procesos en terapia que atraviesan desiertos donde al parecer, no ocurre nada, donde nos encontramos con el vacío, pasamos por etapas dónde hay algo que ha terminado, y al mismo tiempo hay algo que no ha comenzado del todo (hay un vacío que contiene semillas de lo que va a comenzar, aunque aún no lo ha hecho). Es lo que en terapia gestalt se llama vacío fértil. F. Perls dice: "La terapia es la transformación del vacío estéril al vacío fértil".


Cierre. Si todo ha ido más o menos bien durante las fases anteriores, llegará un punto en que el paciente notará que su bienestar ha aumentado y que el nivel de conciencia sobre sí mismo al que ha llegado es satisfactorio en este momento. Ha llegado la hora de ir planificando el final del camino juntos. Es un final que puede ser temporal (una pausa más o menos larga) o definitivo (sin una fecha de regreso prevista, aunque la puerta puede dejarse abierta).


Aunque hay finales que, ya sea deliberada o involuntariamente, hacen que la relación entre paciente y terapeuta se interrumpa de forma abrupta, lo deseable es llevar a cabo esta fase de manera progresiva y anticipada, fijando una sesión “oficial” de cierre.


Este último encuentro irá destinado a repasar juntos el camino recorrido e indicar posibles etapas futuras o que han quedado pendientes pero que, por la razón que sea, no se recorrerán ahora. Habrá que explorar qué ha significado para el paciente el proceso terapéutico en compañía de su psicólogo, además de expresarle qué ha significado para nosotros como terapeutas el haber tenido la oportunidad de acompañarle en su recorrido.
Por último nos parece importante especificar que para acompañar en este proceso como terapeutas hay que buscar espacios de conciencia y revisión. Para ello existen grupos de supervisión o covisión, que son espacios de encuentro donde supervisar, compartir la experiencia profesional y ampliar la mirada de cada proceso terapéutico.


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