Trauma, maltrato y abuso sexual infantil
"Yo no soy lo que me sucedió
Yo soy lo que elegí ser"
Carl Jung
Lamentablemente, aún muchos niños/as sufren traumas importantes en su infancia y arrastran con síntomas y secuelas toda la vida. Es importante saber que hay terapias enfocadas exclusivamente a estos aspectos, y aunque el proceso terapéutico requiere un tiempo y no es fácil, siempre hay esperanza y posibilidades de liberarse del dolor del pasado.
Aspectos importantes a considera sobre el trauma:
Trauma
Cualquier acontecimiento o conjunto de acontecimientos que son percibidos como una amenaza para la propia vida, dejando a la persona indefensa, abrumada y sobrepasada, sin posibilidad de integrar esta experiencia.
Es decir, que la persona no tiene recursos emocionales para hacer frente a esa situación. Si además, esto le ocurre a un/a menor, al tener menos recursos, las secuelas son mayores.
Si en la infancia, el bebe o niño/a vive situaciones amenazantes se activa una parte del cerebro llamada “amígdala” responsable del miedo y de reaccionar a situaciones de alerta, estrés o supervivencia. Si hay muchas situaciones traumáticas, la amígdala se activa repetidamente y al crecer, esa persona tendrá más sensible esa parte del cerebro, se activará con más facilidad. Así, situaciones de estrés “normal” para estas personas, podrían ser altamente estresantes.
Volviendo al bebe, niño/a ante un trauma la primera reacción adaptativa es la “búsqueda de ayuda”, sistema de defensa de todos los animales mamíferos cuando aún son dependientes de la madre. En los seres humanos este período es más largo. Esta reacción consiste en buscar a la madre, como un niño/a cuando se cae y le echa los brazos a los padres.
La segunda reacción es lucha – huida, si la anterior respuesta no resuelve la amenaza.
La tercera defensa es la inmovilización y la disociación (en los animales tiene la función de evitar ser localizado/a por los depredadores), en los seres humanos tiene consecuencias muy traumatizantes y se puede confundir con una aparente calma.
Maltrato físico, psicológico y disociación:
Cuando en la infancia se han tenido experiencias de miedo y ansiedad repetidas, esas sensaciones se activan con más facilidad en la edad adulta (como hemos explicado neurológicamente antes). Es decir, que niños/as que han sufrido maltrato, abusos, abandono o un apego desadaptativo, tienen más tendencia al estrés, al miedo, a fobias,a la ansiedad.
En las situaciones que el niño/a vive con miedo y siente amenazada su supervivencia se repiten en el tiempo puede activarse la respuesta defensiva de inmovilización comentada anteriormente que conlleva una disociación mental y corporal. Aparentemente, el/la menor parece que está en calma, pero realmente está tan sobrepasado/a por lo que está experimentando que es como si se petrificara o como si se desenchufara.
En menores, esta mecanismo psicológico puede generar profundas secuelas dada la inmadurez y fragilidad de la edad. En definitiva, una estrategia para sobrevivir psicológicamente a algo muy doloroso que está viviendo.
Abuso sexual infantil (ASI)
Este tipo de abuso contiene los otros, el físico y el psicológico.
Algunas características de este tipo de abuso son:
• La minimización, una forma de sobrevivir y seguir adelante tras un abuso, es pensar “tampoco fue para tanto”, “ocurrieron pocas veces”, “casi no lo recuerdo”, “solo fueron tocamientos”, todas estas conclusiones tienen en común restarle importancia. Es una estrategia para poder salir adelante pero con el tiempo es un impedimento para superar el trauma, puesto que sino reconozco que lo que ocurrió fue doloroso, no lo considero un problema y no trato de hacer algo al respecto.
• Efectos durmientes (“sleeper effects”) en algunas víctimas, hace referencia a la situación en la que el/la menor no muestra problemas significativos inmediatamente después del abuso. Sin embargo, al pasar los años, la víctima comienza a presentar problemas emocionales o conductuales. Estudios recientes indican que hay síntomas pueden surgir ya en la edad adulta (Cantón-Cortés, 2013) a través de otro suceso estresante o bien que recuerde haber sufrido un abuso. La víctima puede desarrollar problemas como depresión, ansiedad, baja autoestima, problemas sexuales, trastornos de estrés postraumático, problemas de drogodependencias, etc. Según investigaciones, las víctimas de abuso sexual presentan una probabilidad 5 veces mayor que el resto de la población de padecer un trastorno de ansiedad generalizada, fobias, trastorno de pánico o trastorno obsesivo compulsivo.
• La falta de recuerdos, es bastante común en víctimas de violencia sexual infantil, más aún si el abuso ha sido prolongado en el tiempo. En el estudio de Albach, Moormann y Bermond de 1996, concluyeron que el 35% de las mujeres abusadas, una vez adultas habían tenido algún episodio en que fueron incapaces de recordar el suceso . Así pues, hay víctimas de violencia sexual infantil que no tienen recuerdos de haberlo sido hasta que en la edad adulta algún recuerdo espontáneo emerge; otro tipo de víctimas recuerdan haber sido abusadas pero tienen amnesia de algunos recuerdos y por último, aquellas que recuerdan todo lo ocurrido.
• La culpa está presente prácticamente en la totalidad de los casos de violencia sexual infantil. Cuando el depredador sexual es alguien con quien el/la menor mantiene un estrecha relación de afecto (60% casos de ASI son intrafamiliares según el equipo de evaluación e investigación de abuso sexual infantil EICAS) es difícil que ese/a menor pueda detectar que es una agresión, que es algo malo para él/ella, por tanto será prácticamente imposible que se enfade con ese adulto, que diga que no o que de alguna manera consiga escapar de esa manipulación. Es más fácil para el niño/a asuma que fue culpa suya que enfrentarse a alguien a quien quiere. Además, la culpa va desarrollando en la mente distorsiones como: “no dije que no” o “no hice nada para evitarlo”, el agresor sexual introduce estas ideas en la mente del/la menor.
A la hora de tratar un trauma hay que trabajar tres aspectos del ser humano:
• LAS EMOCIONES: ¿cómo se sintió? poder expresarlo.
• LOS PENSAMIENTOS: procesar, elaborar lo que ocurrió, comprender lo que le sucedió e integrarlo cognitivamente.
• Y por último, el CUERPO que es lo último que se integra y asienta en un trauma, para ello, se puede trabajar con Terapia sensoriomotriz u otras terapias corporales que permiten que las experiencias de miedo, asco, angustia vividas a través del cuerpo, donde no hay palabras o emociones, puedan ser integradas.
Trabajando estos tres aspectos, se puede conseguir a través de un proceso terapéutico, integrar el trauma y tener una vida satisfactoria. Nunca pierdas la esperanza.
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