Terapia Sensoriomotriz

La Terapia Sensoriomotriz es un tipo de terapia corporal, principalmente focalizada en el tratamiento del trauma. Utiliza como herramientas la neurociencia, el mindfulness y la conciencia corporal. Fue desarrollada por Pat Odgen en EEUU en los años 80.
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La psicología se nutre cada vez más de la neurociencia que nos informa sobre como reacciona nuestro cerebro ante un evento traumático, difícil o ante relaciones dolorosas.

Cuando estamos estresados, nuestro cerebro se activa enviando una señal de “peligro”, entonces se pone en funcionamiento nuestro cerebro reptiliano (encargado de la supervivencia). Si estas situaciones de estrés o peligro son frecuentes en nuestra infancia, nuestro cerebro se vuelve hipersensible a estímulos amenazantes y nos indicará de forma reiterada que estamos en peligro, aún cuando ya no estemos en una situación amenazante. En otros casos, otra estrategia que utiliza nuestro cerebro es lo que los psicólogos llamamos disociación, y es que cuando un evento ha sido traumático, nuestra mente, al no ser capaz de asimilarlo, se desconecta de esa experiencia y es por eso que a veces nos cuesta sentir emociones.

El cerebro reptiliano utiliza la defensa que mejor funcionó en el pasado.

Los tipos de defensa que tenemos son las mismas que los animales: ataque, huida, congelamiento o sumisión. Por ejemplo, en los casos de abusos sexuales en la infancia, la estrategia de supervivencia que suelen adoptar los niños es de sumisión ya que no pueden luchar contra un adulto… y esa forma de relación puede cronificarse, teniendo una tendencia a la sumisión posteriormente. Otro ejemplo podría ser una familia en la que hay maltrato psicológico, un entorno donde el niño es humillado y ridiculizado que le lleva a desarrollar como defensa el ataque y la rebeldía; con el tiempo se automatiza y reacciona de este modo cuando siente rechazo o no se siente valorado.

Así es como funciona el cerebro ante situaciones adversas, cuantas más experiencias o relaciones traumáticas haya habido en la infancia, tanto más compleja ha sido la adaptación del cerebro. Y en la actualidad puede que esa adaptación genere problemas: reaccionar desproporcionadamente a situaciones diarias, reaccionar con excesivo miedo o ansiedad, o con más agresividad de la que es necesaria, o bien, sintiendo bloqueo ante un conflicto sin poder reaccionar… Son reacciones automáticas que hoy por hoy cuesta comprender, y que responden a un patrón de respuestas del pasado que resultó adaptativo. Para sentirnos integrados y queridos en la familia, o bien cómo estrategia a un trauma.

Desde la infancia, nuestros movimientos, nuestros gestos y nuestra postura corporal se van adaptando a nuestra vida y a nuestras tendencias de relacionarnos. Si en nuestra familia se valoraba ser discreto y no llamar la atención, es altamente probable que intentemos mantener el cuerpo pequeño, con gestos y movimientos que no llamen la atención, así nuestro cuerpo se va adaptando a lo que se espera de nosotros. Si por el contrario, en nuestra familia era importante brillar, ser visto y ser fuerte, inconscientemente intentamos cubrir estas expectativas, nuestro cuerpo lo refleja caminando con el pecho henchido, manteniendo el contacto visual, caminando de una manera en la que ocupemos el espacio y seamos vistos.

En la terapia sensoriomotriz se utiliza la conciencia corporal de los propios movimientos para darnos cuenta de nuestras tendencias de defensa. A través del mindfulness, de la intervención física y de la experimentación de emociones dentro de un margen de seguridad, la persona aprende a ir integrando sus experiencias. De esta manera, la persona pasa de sentirse secuestrada por sus propias emociones o reacciones a poder ir gestionando estas situaciones de una forma más saludable.

 


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